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¿Los niños/as pueden tener ataques de pánico?

¿Los niños/as pueden tener ataques de pánico?

Centro Codex
6 años, 12 meses

El estudio científico del Trastorno de Pánico en niños y adolescentes tiene una historia muy reciente si se lo compara con la gran cantidad de investigaciones sobre esta problemática en población adulta (Rodriguez de Kissack & Martínez León, 2014).

Este dato se refleja en los resultados contemplados en la búsqueda bibliográfica; la información sobre cifras de prevalencia, incidencia, evaluación, tratamiento, eficacia y seguimiento es muy superior en la población adulta en comparación con la infantil.

En los últimos años, el interés por la representación y las características de este trastorno en la infancia y adolescencia se ha convertido en uno de los objetivos de la psicología, aportando información teórico-práctica relevante para su tratamiento. Un ejemplo de ello, es el descubrimiento de determinadas peculiaridades en la sintomatología infanto-juvenil que no se manifiesta en los adultos: raramente se presentan en estado “puro” (manifestar todas las respuestas de ansiedad incluidas en las categorías diagnósticas) o bien coexisten con otros trastornos de ansiedad (comorbilidad).  (Rodríguez de Kissack et al., 2014).

Respecto al impacto del Trastorno de Pánico en la población, los datos epidemiológicos indican que constituye un importante problema de salud pública debido a: su alta tasa de prevalencia, la resistencia a la remisión espontánea, las consecuencias negativas para la calidad de vida del paciente y su comorbilidad con otros trastornos como la depresión y el consumo de alcohol. (Ballester, R., 1995).

Las cifras de prevalencia en la infancia son desconocidas, mientras que los datos obtenidos en estudios realizados en distintos países sobre Trastorno de Pánico en adolescentes encuentran una prevalencia aproximada del 1% (Lewinsohn, Hops, Roberts, Secley y Andrewa, 1993); de hecho,  la prevalencia a lo largo del ciclo vital es de 1’6%-2’2%, situando la edad media de inicio en los 18-20 años y encontrando una fuerte distinción en función del sexo: las mujeres tienen entre 2 y 3 veces más riesgo de padecer el trastorno que los varones (Weissman et al, 1997).

Sin embargo, y pese a las cifras aproximadas anteriormente mencionadas, el Trastorno de Pánico apenas es diagnosticado en la infancia y la adolescencia. Según Nelles y Barlow (1988), esto puede deberse a cuatro posibilidades: un diagnóstico erróneo, atiende un profesional no especializado (pediatra Vs psiquiatra y/o psicólogo/a), se infravaloran las quejas somáticas y/o la prevalencia del trastorno es baja.

En este sentido, los ataques de pánico son muy poco comunes en la infancia, aumentando su tasa de prevalencia en la población adolescente. Sin embargo, la experiencia clínica nos ha demostrado que sí existen niños/as que presentan ataques de pánico, diferenciándose de los adultos en la manifestación de los mismos: aparición de miedo intenso acompañado de bloqueos puntuales con negativa a moverse, realizar cualquier actividad o separarse de la figura de apego, lloros, alteración del ritmo cardíaco, sudoración y vómitos repentinos suele ser la sintomatología más representativa de este trastorno durante la infancia.

Sin duda, la psicología tiene una deuda con la investigación que abrirá las puertas al conocimiento de las peculiaridades inter e intra individuales en los ataques de pánico en población infantil.

 

“La frase más excitante que se puede oír en la ciencia, la que anuncia nuevos descubrimientos, no es el ¡eureka! (¡lo encontré!), sino: Es extraño…” (Isaac Asimov).

 

 

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Bibliografía:

Ballester, R. y Botella, C. (1995): Eficacia diferencial del componente terapéutico cognitivo para el trastorno de pánico: análisis experimental de un caso. Análisis y modificación de conducta. Vol. 21 (77).

Lewinsohn, P. M., Hops, H., Roberts, R. E., Secley, J. R. y Andrews, J. A. (1993): Adolescent psychopatology logy I. Prevalence and incidence of depression and others DSM-III disorders in high school students. Journal of Abnormal Psychology, 102, pp. 133- 144.

Nelles, W. B. y Barlow, D. H. (1988): Do children panic?. Clinical Psychology Review, 8, pp. 359-372.

Rodriguez de Kissack, M., & Martínez León, N. C. (2014): Manual de Psicología Clínica Infantil y del Adolescente. Trastornos Generales. Madrid, España: Ediciones Pirámide.

(1)Rodriguez de Kissack, M., & Martínez León, N. C. (2014): Manual de Psicología Clínica Infantil y del Adolescente. Trastornos Generales. Madrid, España: Ediciones Pirámide.

(2)Rodriguez de Kissack, M., & Martínez León, N. C. (2014): Manual de Psicología Clínica Infantil y del Adolescente. Trastornos Generales. Madrid, España: Ediciones 84Pirámide.

(3)Rodriguez de Kissack, M., & Martínez León, N. C. (2014): Manual de Psicología Clínica Infantil y del Adolescente. Trastornos Generales. Madrid, España: Ediciones Pirámide.

Weissman, M.M. (1991): Panic disorder: Impact on quality of life. Journal of Clinical psychiatry. 52, pp. 6-8.