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Asesoramiento psicológico y terapia en el duelo

Asesoramiento psicológico y terapia en el duelo

Concepción Cendon Dacosta
9 años

El Duelo, del latín dolos (Dolor), es la respuesta adaptativa normal ante la pérdida de alguien o de algo querido. El Duelo es una cuestión muy compleja y se experimenta de muchas y muy variadas formas. Aunque el objetivo principal de este artículo se centra en las pérdidas debidas a la muerte, sus principios se pueden aplicar a la elaboración del duelo por distintos tipos de pérdidas: rotura de pareja, pérdida de trabajo, pérdidas que experimentan las víctimas de la violencia, una amputación,etc.

En el contexto de la muerte, el comportamiento humano que va asociado al impacto de una pérdida, es explicado en gran parte por la teoría del apego Jhon Bowlbly, la cual conceptualiza que la necesidad de los seres humanos de protección y seguridad se establece a una edad muy temprana, y se dirige hacía unas pocas personas específicas que tienden a perdurar a lo largo de gran parte del ciclo vital, argumentando que los padres o cuidadores proporcionan al niño una base de operaciones segura a partir de la cual explorar, siendo esta relación la que determina la capacidad del niño para establecer lazos afectivos más tarde en la vida adulta, con lo cual se amplía esta conducta a otros seres significativos.

Las situaciones que ponen en peligro o llevan a la pérdida de algún lazo afectivo significativo, provoca una serie de reacciones a distintos niveles: físico, emocional, cognitivo, social, y conductual, que son normales después de dicha experiencia, pero que requiere un proceso de ajuste a la nueva situación, que en algunos casos puede ser muy largo y doloroso.

Para que la persona elabore este proceso de un modo sano y logre restablecer su equilibrio, es necesario que realice y complete una serie de tareas antes de poder acabar el duelo, que tienen que seguir un orden específico:

  1. resulta necesario experimentar el sufrimiento con el reconocimiento de la pérdida en todos sus aspectos y aceptar que es irreversible, para poder controlar el impacto emocional.

  2. liberar y exteriorizar los sentimientos y emociones que se van presentando: miedo, rabia, tristeza, culpa, etc.

  3. desarrollar nuevas habilidades y roles para adaptarse a un medio en el que el fallecido esta ausente,

  4. reinvertir la energía emocional abriéndose a nuevas relaciones o intereses, dejando de vivir en el pasado y centrándose en el presente.

Aunque para algunos resulte presuntuoso suponer que se necesita algún tipo de asesoramiento para ayudar a la gente a controlar el duelo, ya que, tradicionalmente este proceso era facilitado por la familia, la iglesia, los rituales del funeral y otras costumbres sociales, lo cierto es que hoy en día, se observa que cada vez con más frecuencia las personas buscan asesoramiento psicológico o terapia en el duelo bien, porque se sienten bloqueadas o bien porque creen que no están superando la experiencia, o que el duelo no se acaba, por lo que necesitan ayuda para terminarlo y volver a vivir.

Cuando estas personas no realizan de una manera eficaz las tareas de duelo y tienen dificultades para desprenderse del pasado, y crecer en nuevas direcciones de forma positiva buscan asesoramiento psicológico, como complemento válido para que les ayude con los pensamientos, sentimientos y conductas que no pueden afrontar, bien por que estas intervenciones más tradicionales no son efectivas, o bien por que éstas no están disponibles. Por otro lado, hay un grupo de personas que no buscan el asesoramiento directamente, pero aceptan una oferta de ayuda que prestan algunas compañías de seguros, funerarias, fundaciones, etc. especialmente cuando tienen dificultades para resolver la pérdida por sí solos. En estos casos la labor de asesoramiento implica que el profesional debe facilitar la realización de las tareas de un modo adecuado en un marco temporal razonable. Cuando estas acciones se realizan de un modo exitoso, se restablece el lazo y se alivian los estados de estrés y malestar logrando que la  herida cicatrice.

Los indicadores que nos pueden señalar que las tareas de duelo se han completado, en las cuales coinciden numerosos autores, son las siguientes:

  1. La capacidad de recordar y de hablar de la persona fallecida sin llorar ni desconcertarse.

  2. La capacidad de establecer nuevas relaciones y aceptar los retos de la vida.

Por otro lado, cuando la persona que ha sufrido una pérdida, no ha realizado alguna de estas tareas, y por lo tanto, el proceso de elaboración del duelo no esta siendo adecuado evoluciona hacía un duelo complicado que en función de la forma de evolución se pueden distinguir los siguientes tipos:

Duelo Crónico: es aquel que tiene una duración excesiva, y no llega a una conclusión satisfactoria en el plazo de tiempo adecuado. Aunque no hay una respuesta consensuada, que establezca el tiempo en que se debe resolver plenamente el duelo, se puede establecer como referencia de 1 a 2 años.

Duelo retrasado: la persona pudo haber tenido una reacción emocional en el momento de la pérdida, pero no fue suficiente, y reinicia una vida aparentemente normal, reincorporándose inmediatamente a sus actividades cotidianas y laborales como si nada hubiese pasado, negando los aspectos emocionales de la pérdida, y experimentando los síntomas del duelo en un momento posterior de su vida.

Duelo exagerado: Caracterizado por una intensa reacción de duelo, en el que la persona se siente desbordada y que esta viviendo una experiencia excesiva e incapacitante. Los duelos exagerados incluyen los trastornos psiquiátricos mayores como la depresión, fobias, ataques de pánico, además del abuso de alcohol u otras sustancias.

Duelo enmascarado: en las reacciones del duelo enmascarado la persona experimenta frecuentes síntomas físicos, cuadros ansiosos o depresivos, pero no se dan cuenta ni reconocen que están relacionados con la pérdida.

En estos casos las metas a conseguir son algo diferentes de las del asesoramiento, ya que, si la meta del asesoramiento es facilitar las tareas de duelo a la persona que está elaborando uno reciente, para que el proceso del mismo finalice con éxito, la persona que tiene un duelo complicado necesita terapia psicológica en el duelo, lo que implica la utilización de técnicas específicas para ayudarles a identificar y resolver los conflictos de separación que imposibilitan la realización de esas tareas.

Con este artículo pretendemos sumarnos a otros profesionales, que en el desarrollo de su actividad, se relacionan con el complejo fenómeno del duelo y que ven la necesidad de una mayor consideración, sensibilidad y atención a esta cuestión, partiendo de la necesidad de que esta labor sea realizada por profesionales que posean el conocimiento y las habilidades requeridas para una intervención efectiva, que proporcione el apoyo necesario a una persona que ha sufrido una pérdida significativa.

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Concepción Cendón Dacosta