El apego en los procedimientos de Familia
La teoría y la investigación sobre el apego tienen una inmensa utilidad práctica para quienes se interesan por el bienestar infantil, la atención y cuidado de la infancia y la vida familiar. Esto se hizo evidente desde los primeros trabajos de Bowlby sobre las consecuencias negativas de las separaciones significativas entre un niño y sus cuidadores.
Introdución a la Teoría del Apego
En 1950 la organización Mundial de la Salud pidió a John Bowlby, psiquiatra británico, que llevara a cabo un estudio sobre los problemas de salud mental de aquellos niños que, separados de sus familias, se estaban educando en instituciones. Bowlby encontró que a partir de la separación los niños sentían miedo e intentaban escaparse. Posteriormente pasaban por una etapa de depresión que no superaban si ni volvían a establecer vínculos afectivos con alguna persona de su entorno. El proceso terminaba en un estado de indiferencia hacia el contacto humano que Bowlby denominó “desapego”. A partir de esta experiencia comenzó a desarrollar su teoría. Se basó en estudios etológicos con animales (especialmente primates) y en observaciones y análisis de conductas de apego y de las respuestas a la separación en poblaciones clínicas. En su teoría presenta un marco de desarrollo afectivo normal y dentro de él las desviaciones y patologías originadas por las relaciones afectivas inadecuadas.
La ventaja de esta teoría es que nos permite comprender la tendencia de los seres humanos a formar vínculos afectivos con otras personas y explica las diversas formas de sufrimiento emocional y trastornos de personalidad como consecuencia de la separación y la pérdida de la figura de apego. Para Bowlby la personalidad adulta es producto de la interacción del individuo con figuras claves durante sus años inmaduros y, en particular, con las figuras de apego. Ello es así porque el niño elabora modelos de representación que difieren según hayan sido sus experiencias de amor, temor y de seguridad. Uno de los procesos estudiados por Bowlby es el temor a la separación. La respuesta de temor es adaptativa en los niños, y cuando un niño confía que tendrá a la figura de apego cuando la necesite será poco propenso a temer miedos intensos o crónicos. Pero las experiencias negativas van minando la confianza de la persona en sus figuras de apego; el sujeto teme que no estén disponibles cuando las necesite.
En general, tanto el modo de representarse las figuras de apego como la forma en que se organiza la conducta de apego, constituyen, según postula este autor, el resultado de experiencias de aprendizaje que comienzan en los primeros años de vida y se repiten constantemente durante la niñez y la adolescencia.
Se considera que los componentes cognitivos del apego se vuelven tan arraigados (sobreaprendidos) que comienzan a funcionar automáticamente y fuera de la consciencia. Del mismo modo, las reglas para evaluar la acción, el pensamiento y el sentimiento, también se vuelven sobreaprendidas durante el curso de la niñez y la adolescencia. Esto resulta muy económico (permite ahorrar esfuerzos), pero al mismo tiempo son difíciles de modificar por ser inconscientes.
Desde estos supuestos, Bowlby formuló una teoría del apego en términos etológicos. Considera que el niño nace con una serie de conductas innatas o un repertorio de conductas relacionadas con el apego que favorecen el acercamiento de la madre y que, como consecuencia de ese acercamiento, el niño estará más protegido.
Además, Bowlby ha descrito cuatro etapas que describen la evolución de los procesos y las conductas desde el nacimiento del niño hasta que queda constituido un vínculo de relación afectiva entre el niño y la madre. La culminación óptima de estas cuatro etapas es un lazo afectivo sólido y duradero entre el niño y la madre, que no requiere tantos esfuerzos de búsqueda de proximidad por parte del niño. La información existente sobre las modalidades que adopta la conducta de apego en los niños se debe en gran parte a las investigaciones de Mary Ainsworth.
Los tipos de apego. Mary Ainsworth
Ainsworth diseñó una situación experimental, la Situación del Extraño (Ainsworth y Bell, 1970), para examinar el equilibrio entre las conductas de apego y de exploración, bajo condiciones de alto estrés. La Situación del Extraño es una situación de laboratorio de unos veinte minutos de duración con ocho episodios. La madre y el niño son introducidos en una sala de juego en la que se incorpora una desconocida. Mientras esta persona juega con el niño, la madre sale de la habitación dejando al niño con la persona extraña. La madre regresa y vuelve a salir, esta vez con la desconocida, dejando al niño completamente solo. Finalmente regresan la madre y la extraña.
Ainsworth encontró claras diferencias individuales en el comportamiento de los niños en esta situación. Estas diferencias le permitieron describir tres patrones conductuales que eran representativos de los distintos tipos de apego establecidos:
1. Niños de apego seguro. Inmediatamente después de entrar en la sala de juego, estos niños usaban a su madre como una base a partir de la que comenzaban a explorar. Cuando la madre salía de la habitación, su conducta exploratoria disminuía y se mostraban claramente afectados. Su regreso les alegraba claramente y se acercaban a ella buscando el contacto físico durante unos instantes para luego continuar su conducta exploratoria.
Cuando Ainsworth examinó las observaciones que había realizado en los hogares de estos niños, encontró que sus madres habían sido calificadas como muy sensibles y responsivas a las llamadas del bebé, mostrándose disponibles cuando sus hijos las necesitaban. En cuanto a los niños, lloraban poco en casa y usaban a su madre como una base segura para explorar. Estos niños mostraban un patrón saludable en sus conductas de apego. La responsividad diaria de sus madres les había dado confianza en ellas como protección, por lo que su simple presencia en la Situación del Extraño les animaba a explorar los alrededores. Al mismo tiempo, sus respuestas a su partida y regreso revelaban la fuerte necesidad que tenían de su proximidad.
2. Niños de apego inseguro-evitativo. Observado en niños que se mostraban bastante independientes en la Situación del Extraño. Desde el primer momento comenzaban a explorar e inspeccionar los juguetes, aunque sin utilizar a su madre como base segura, ya que no la miraban para comprobar su presencia, sino que la ignoraban. Cuando la madre abandonaba la habitación no parecían verse afectados y tampoco buscaban acercarse y contactar físicamente con ella a su regreso. Incluso si su madre buscaba el contacto, ellos rechazaban el acercamiento.
Debido a su conducta independiente en la Situación del Extraño en principio su conducta podría interpretarse como saludable. Sin embargo, Ainsworth intuyó que se trataba de niños con dificultades emocionales; su desapego era semejante al mostrado por los niños que habían experimentado separaciones dolorosas. Las observaciones en el hogar apoyaban esta interpretación, ya que las madres de estos niños se habían mostrado relativamente insensibles a las peticiones del niño y rechazantes. La interpretación global de Ainsworth era que cuando estos niños entraban en la Situación del Extraño comprendían que no podían contar con el apoyo de su madre y reaccionaban de forma defensiva, adoptando una postura de indiferencia. Habiendo sufrido muchos rechazos en el pasado, intentaban negar la necesidad que tenían de su madre para evitar frustraciones. Así, cuando la madre regresaba a la habitación, ellos renunciaban a mirarla, negando cualquier tipo de sentimientos hacia ella.
3. Niños de apego inseguro-ambivalente. Estos niños se mostraban tan preocupados por el paradero de sus madres que apenas exploraban en la Situación del Extraño. Pasaban un mal rato cuando ésta salía de la habitación, y ante su regreso se mostraban ambivalentes. Estos niños vacilaban entre la irritación, la resistencia al contacto, el acercamiento y las conductas de mantenimiento de contacto.
Los tres tipos de apego descritos por Ainsworth han sido los considerados en la mayoría de las investigaciones sobre apego. Sin embargo, posteriormente se ha propuesto la existencia de un cuarto tipo de apego.
4. Niños con apego inseguro desorganizado/desorientado, que recoge muchas de las características de los dos grupos de apego inseguro ya descritos. Se trata de los niños que muestran la mayor inseguridad. Cuando se reúnen con su madre tras la separación, estos niños muestran una variedad de conductas confusas y contradictorias. Por ejemplo, pueden mirar hacia otro lado mientras son sostenidos por la madre, o se aproximan a ella con una expresión monótona y triste. La mayoría de ellos comunican su desorientación con una expresión de ofuscación. Algunos lloran de forma inesperada tras mostrarse tranquilos o adoptan posturas rígidas y extrañas o movimientos estereotipados.
La teoría del apego en los juzgados de familia
La teoría y la investigación sobre apego, de la que solamente exponemos en este articulo una mínima parte, se han vuelto muy influyentes, utilizándose en la actualidad en muchos entornos aplicados, incluyendo la evaluación y la toma de decisiones de los juzgados de familia.
En estas investigaciones, la existencia de una relación de apego suele medirse observando si son selectivos al dirigir sus señales específicamente hacia determinados cuidadores, especialmente cuando se activa la alarma. Otros índices para valorar la existencia de una relación de apego son las protestas ante la separación del cuidador o cuidadora, a veces relacionadas con manifestaciones de desconfianza hacia personas desconocidas.
Aunque existe cierta unanimidad respecto a que evaluación de la calidad de los cuidados y del apego ayuda a una mejor toma de decisiones en los temas de famlia, hay dos posturas que marcan ciertos matices:
- Por una parte, hay investigadores del apego que creen que, en la toma de decisiones relativas a la custodia y la protección infantil, la evaluación debe centrarse, en la conducta y las capacidades parentales.
- Por otra parte, muchos investigadores del apego creen que las valoraciones deben formar parte de un protocolo más amplio que incluya las conductas y capacidades parentales y la evaluación del tipo y calidad del apego.
La mayoría de los investigadores son coincidentes en que las decisiones en los juzgados de familia exigen la toma en consideración de las consecuencias sobre el futuro de los niños, considerando de especial importancia la evaluación sobre el apego en beneficio de los niños y de quienes de ellos cuidan.
Por otra parte, en situaciones de protección, el mantener las relaciones de apego tanto con acogedores como con padres biológicos suele constituir uno de los principales objetivos del acogimiento familiar, y la investigación ha indicado que se puede ayudar a quienes son acogidos para que desarrollen y mantengan relaciones de apego tanto con sus padres biológicos como con quienes los acogen sin que se produzca un conflicto de lealtades.
Pincipios fundamentales basados en el apego
Hay tres principios fundamentales que tienen una gran relevancia para la Práctica Profesional en los Juzgados de familia.
- La necesidad infantil de cuidados en familia y sin presencia de malos tratos. Este principio postula que los niños necesitan cuidadores conocidos, que no maltraten y que no desatiendan. El desarrollo de relaciones de apego y los beneficios para el desarrollo psicosocial que pueden derivarse de tales relaciones dependen de que figuras de cuidado concretas, conocidas y no maltratadoras posibiliten la experiencia de relación con una base segura.
- El valor de la continuidad de las buenas relaciones. Aunque sacar a los niños de su hogar para llevarlos a otro (incluso de forma temporal) es a veces necesario y puede estar totalmente justificado, debe primar el valor de la continuidad de las buenas relaciones. Por ejemplo: cuando se plantean situaciones como el devolver a niños de la estabilidad de sus familias de acogida de largo plazo a sus padres biológicos una vez que su capacidad de cuidado se considera mejorada, el derecho de los padres biológicos no debe prevalecer automáticamente sobre el derecho infantil a un cuidado continuo y suficientemente bueno, especialmente cuando los niños han pasado un tiempo considerable en hogares de acogida estables y que funcionan bien desde una edad temprana.
- Los beneficios de las redes de relaciones de apego. Disponer de relaciones de apego adicionales puede ser una ventaja para los niños. Es deseable disponer de tiempo suficiente para el desarrollo y el mantenimiento de las relaciones de apego con ambos progenitores, excepto cuando se determinen riesgos para el bienestar y la seguridad infantil o cuando uno de los padres opte por “quedarse al margen”. Este punto se ve respaldado por investigaciones que indican que la frecuencia de contacto con el “segundo progenitor” después del divorcio es un predictor de la calidad del contacto y la relación en momentos evolutivos posteriores. Estas redes de relaciones de apego en algunos casos pueden implicar a abuelos, nuevas parejas de los progenitores, relaciones con hermanos y miembros de la familia extensa
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