Los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son aquellos comportamientos que tienen lugar en personas que alteran de manera continuada su relación con la comida, ya sea realizando una restricción de la ingesta, aumentando las cantidades de alimentos mediante atracones, o una combinación de ambos. La Anorexia y la Bulimia Nerviosa son los dos tipos de TCA más comunes y conocidos. Ambos presentan predominio en las mujeres (10 mujeres por cada hombre diagnosticado), suelen tener un inicio en la adolescencia-juventud y una incidencia que ronda los 8 casos por cada 100.000 personas.
Las características más comunes que presentan las personas con Anorexia Nerviosa son las siguientes:
- Restricción de la ingesta prolongada que conduce a un peso corporal significativamente bajo.
- Miedo intenso a ganar peso o a engordar.
- Alteración en la forma en que uno mismo percibe su propio peso o constitución, falta persistente de reconocimiento de la gravedad del peso corporal actual.
Por otro lado, las características de las personas que presentan Bulimia Nerviosa son las siguientes:
Episodios recurrentes de atracones (al menos una vez por semana)
- Comportamientos compensatorios inapropiados recurrentes para evitar el aumento de peso (vómitos, empleo de laxantes, diuréticos, ejercicio excesivo,
- etc).
- Una autoevaluación personal indebidamente influenciada por la constitución y el peso corporal.
La presencia de los síntomas (conductas inapropiadas que generan malestar físico y psicológico) propios de la Anorexia y la Bulimia Nerviosa casi siempre van a ir acompañados de una serie de sintomatología asociada o derivada, como por ejemplo ánimo bajo, depresión, baja autoestima, perfeccionismo, problemas de consumo de substancias, aislamiento social o irritabilidad.
La distorsión de la imagen corporal es un aspecto importante en estos trastornos cada vez más frecuentes, pero es cierto que su aparición o la gravedad que implica varia bastante en función de cada persona. La influencia de los medios de comunicación hacia figuras de extremada delgadez y la influencia del grupo de iguales (relaciones no sanas con amistades en la juventud, por ejemplo) potencian la presencia de miedos sobre el propio cuerpo y la idealización de un cuerpo no real. A pesar de eso, no es suficiente para desarrollar una Anorexia o una Bulimia Nerviosa anhelar parecerse a cierto prototipo de persona o aspirar a tener un cuerpo determinado; detrás de un trastornos de la conducta alimentaria casi siempre vamos a encontrar un malestar más profundo relacionado con muchas dificultades personales.
En este sentido, cuando una persona desarrolla un trastorno de la conducta alimentaria, sea Anorexia o Bulimia Nerviosa, los síntomas que llega a presentar como la distorsión de la imagen corporal, van a ser la capa superficial de toda la problemática de la persona, por lo que los abordajes terapéuticos que se realicen deberán ser completos, siendo un factor común en estas personas que desarrollan trastornos de la conducta alimentaria un elevado sufrimiento personal y una problemática general constante.
Los trastornos de la conducta alimentaria son tan complejos como cada persona que los padece, no existen factores identificados desencadenantes, pero sí es cierto que determinadas situaciones pueden potenciar que una persona desarrolle un TCA, aunque el resultado final va a ser la suma de multitud de factores. Algunas de estas situaciones, que dependerán de la gravedad del TCA pueden ser: vivencia de algún tipo de trauma, bulling en la escuela, presencia de dietas, crianza de los padres donde se desatendió la parte emocional de la personal o se fue demasiado exigente, obesidad en la infancia, estilo cognitivo inadaptado de la persona, etc. Logrando trabajar estas situaciones y haciendo un trabajo personal muy constante, la persona podrá podo a poco enfrentarse al TCA y encaminarse hacia su superación.
El papel que juega la familia de una persona con Anorexia o Bulimia es fundamental. La familia no es la culpable de que una persona desarrolle un trastorno de la conducta alimentaria, pero sí que puede tener un papel fundamental en la ayuda y la responsabilidad de trabajar sobre las situaciones o dinámicas que puedan haber afectado y estén afectando a la evolución del trastorno. Es esto sobre lo que se puede trabajar con la familia, qué cosas a día de hoy se hacen en la familia que influye en el desarrollo del TCA.
Por otro lado, la familia también puede tener un papel importante a la hora de detectar que la hija o el hijo empiece a desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria. Estos son algunos de los cambios que nos pueden servir de señal de alerta:
- Pérdida de peso progresiva o con brusquedad.
- Inicio de dietas injustificadas o de ejercicio excesivo.
- Evitar comer en público
- Ir al baño de manera recurrente después de las comidas § Cambios de humor: agresividad, euforia o ánimo bajo
- Desaparición de comida en casa.
- Gastos de dinero sin justificación o robos.
- Dificultad de concentración o disminución del rendimiento académico.
En ciertas situaciones las personas que padecen un TCA pueden sentir vergüenza, impotencia, negación o frustración, por lo que puede costar bastante tiempo reconocer el problema y aceptar ayuda. Una manera que puede ayudar a abordar el problema con la persona, es evitar el ataque directo y emplear fórmulas del tipo “yo me siento mal, estoy preocupado, debe de estar siendo muy difícil para ti,...” y hacer referencia siempre a las emociones que pueda sentir la hija o el hijo “...veo que estás triste, veo que últimamente lloras mucho por las noches, debes de estas sufriendo mucho,...”. De esta manera se intentará que la persona se sienta recogida, respetada y no juzgada. Una vez que la persona con un trastorno de la conducta alimentaria permita este acercamiento, se debe intentar que sea él o ella quien con nuestro apoyo pida ayuda a un profesional, que bien puede ser alguien especializado o, en un primer momento, el médico o médica de cabecera.
La duración de un tratamiento no se puede prever y dependerá de la gravedad del trastorno. Es la persona afectada quien marque poco a poco su evolución en el tratamiento en función de cómo se vaya encontrando, con el apoyo del profesional y de sus allegados.
Es muy común que a lo largo de su vida las pacientes con un trastorno de la conducta alimentaria se sientan incomprendidas, solas, desamparadas y vulnerables, por lo que se debe buscar que en primer lugar el espacio de terapia y a posteriori la familia, sean esos lugares donde la paciente se encuentre tranquila, segura y recogida, para así iniciar su proceso de cambio en buenas condiciones.
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