Separación y divorcio: fases, impacto en los menores y claves para un proceso saludable
El divorcio o la separación son, sin duda, momentos de gran complejidad que transforman la vida no solo de la pareja, sino también de los hijos. Esta ruptura implica un recorrido emocional que, si no se gestiona adecuadamente, puede dejar profundas huellas en los más pequeños. Los niños, al igual que los adultos, atraviesan sus propias fases emocionales, y sin el apoyo adecuado, las consecuencias psicológicas pueden ser significativas. Por eso, es esencial entender cómo se vive esta experiencia desde todas las perspectivas y cómo minimizar su impacto.
Fases del divorcio
Aunque cada persona vive la separación de manera diferente, la mayoría atraviesa cinco fases emocionales. Conocer estas etapas puede ayudarte a comprender mejor lo que estás sintiendo y a gestionar el proceso de una manera más saludable.
- Fase de negación: la persona se resiste a aceptar la ruptura, intentando reconciliaciones o ignorando la realidad. Es un mecanismo de defensa frente al dolor emocional.
- Fase de ira: al asumir la realidad, surge la frustración. Aparece la culpa hacia la expareja o las circunstancias, lo que puede generar conflictos y resentimientos. Es importante manejar estas emociones para evitar que afecten negativamente a los hijos.
- Fase de negociación: en esta etapa, se intenta revertir la separación buscando explicaciones o acuerdos emocionales. Sin embargo, esto puede generar falsas expectativas.
- Fase de depresión: al comprender que la relación no se puede restaurar, la tristeza se vuelve predominante. Los síntomas de duelo son comunes, y es fundamental el apoyo emocional.
- Fase de aceptación: finalmente, la persona acepta la ruptura, lo que le permite mirar al futuro con mayor claridad y optimismo, y comenzar a reconstruir su vida.
Estas fases no siempre se experimentan de forma lineal, pero son parte fundamental del proceso de duelo tras el divorcio. Entenderlas facilita una recuperación emocional saludable.
Consecuencias del divorcio en menores
Las consecuencias del divorcio en los menores varían según su edad y cómo se maneje el proceso. Los niños menores de 4 años es frecuente que presenten trastornos del sueño, irritabilidad y episodios de llanto. La agresividad hacia los padres o hermanos y el miedo al abandono también son comunes, ya que no logran comprender plenamente la situación y experimentan inseguridad emocional ante la ausencia de uno de los progenitores.
En los niños en edad escolar (6-12 años), es común que sientan culpa por el divorcio, lo que puede llevar a problemas de comportamiento y disminución del rendimiento escolar. También suelen fantasear con una posible reconciliación de sus padres, lo que dificulta la aceptación de la nueva realidad familiar. La inseguridad y el estrés son comunes a esta edad.
En la adolescencia (13-18 años), los adolescentes tienden a reaccionar con rabia o resentimiento hacia sus padres y pueden cuestionar las relaciones afectivas en general. Algunos adolescentes experimentan depresión, ansiedad o problemas de conducta, como una mayor rebeldía o conductas de riesgo.
Incluso en jóvenes adultos (mayores de 18 años), el divorcio de los padres puede impactar emocionalmente, generando cuestionamientos sobre sus propias relaciones o tensiones familiares.
Factores de riesgo y protectores en el impacto del divorcio en los menores
El impacto del divorcio en los niños depende de diversos factores que pueden agravar o aliviar su adaptación.
- Factores de riesgo: clase económica desfavorecida, psicopatología parenteral, conflictividad mantenida, carácter repentino del divorcio, múltiples cambios en el entorno, conflictividad después de la separación, la ausencia física o emocional de uno de los progenitores, así como problemas legales que persisten en el tiempo y utilización de estos como modo de solución de problemas.
- Factores protectores: baja conflictividad entre los padres, cambios mínimos en la rutina familiar, relación con ambos progenitores, apoyo económico y emocional, disponer de una red de apoyo y evitar juicios entre los padres.
Reducir los conflictos, mantener la estabilidad y asegurar apoyo emocional y económico son clave para minimizar el impacto negativo del divorcio en los menores y facilitar su adaptación a la nueva realidad familiar.
Claves para un proceso saludable
Durante el proceso de divorcio, es vital proteger el bienestar emocional de los niños. Es fundamental explicarles de manera clara y adaptada a su edad lo que está ocurriendo, asegurándoles que el amor de ambos padres hacia ellos es incondicional. Es importante también que comprendan que no son responsables de la separación, lo que puede ayudarles a evitar sentimientos de culpa.
Responder a sus preguntas con sinceridad y mantener la calma frente a sus emociones es clave, al igual que evitar fomentar esperanzas de reconciliación. Además, nunca se debe forzar al niño a tomar partido ni hablar negativamente del otro progenitor, permitiendo que mantenga una relación saludable con ambos.
Mantener las rutinas y un ambiente estable contribuye a darles seguridad, y el uso de materiales de apoyo, como cuentos sobre el divorcio, puede ayudarles a comprender mejor lo que está sucediendo. En resumen, una comunicación abierta, estabilidad y respeto mutuo entre los padres son esenciales para que los niños afronten el divorcio de manera más saludable.
El divorcio es un desafío difícil, pero con el apoyo adecuado, tanto padres como hijos pueden superarlo de manera más saludable.
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