¿Por qué cada persona actúa de forma distinta ante distintas situaciones? La personalidad es el conjunto de cualidades y rasgos que conforman la forma de ser, pensar, sentir y actuar de la persona. Haciendo posible que cada persona sea única y diferenciándose del resto por las conductas que lleva a cabo.

Esta se va forjando a lo largo de nuestras vidas, y es influenciada por las experiencias vivenciadas, consiguiendo por tanto el fin último de la personalidad: la adaptación del individuo a su contexto.

Pero, ¿qué es un rasgo?

Los rasgos que conforman la personalidad son patrones persistentes de formas de pensar y actuar sobre uno mismo y en distintos entornos. Son estables en el tiempo e inferidos y determinados por el comportamiento.

¿Qué rasgos forman nuestra personalidad?

La teoría más conocida sobre los rasgos que conforman la personalidad se encuentra basada en las Cinco Grandes Dimensiones, también llamada Big Five. Las cuales están formadas por las siguientes dimensiones:

 Apertura a nuevas experiencias:

Niveles altos indican que la persona está abierta a nuevas experiencias. Son personas curiosas, flexibles, creativas e imaginativas, que se aburren de la rutina y pueden llegar a asumir comportamientos de riesgo.

Niveles bajos muestran a personas que disfrutan de la rutina y lo conocido, no buscan salir de su zona de confort. Tienden más a la rigidez y a las creencias convencionales.

Responsabilidad:

Personas con niveles altos tienen capacidad de autocontrol, son disciplinados y responsables. Generalmente, reflexionan antes de tomar una decisión. Son personas puntuales y perseverantes, llegando incluso a ser demasiado tozudas o perfeccionistas.

En cambio, los que obtienen niveles bajos en este rasgo, denotan bajo autocontrol, siendo más descuidados con sus tareas, sin objetivos claros y no siendo consecuentes, es decir, dejando proyectos a medio hacer. Esto puede llevar al resto de personas a pensar que no se involucran lo suficiente.

Extraversión:

Altos niveles indican que la persona está abierta a los demás y tiene las herramientas para desenvolverse en distintos contextos sociales. Son personas extrovertidas, con energía, les gusta hablar y estar rodeadas de otros.

Por otro lado, bajos niveles señalan a personas introvertidas, algo más tímidas, reservadas y con un círculo social más pequeño.

Amabilidad:

Las personas que obtengan puntuaciones altas son percibidas como de confianza, son tolerantes, empáticas, asertivas, respetuosas y con predisposición a ayudar a los demás.

Unos resultados bajos indican una actitud más egocéntrica, siendo percibidos como hostiles o intimidantes. Presentan dificultades para empatizar con los demás, son arrogantes y menos asertivos.

Neuroticismo:

Altos niveles en neuroticismo sugieren que la persona presenta dificultades para regularse emocionalmente y afrontar situaciones difíciles. Tienden más a estar irritados, inseguros, ansiosos o deprimidos, además de reaccionar de forma exagerada ante distintos estímulos y presentar una actitud pesimista y temperamental.

Por el contrario, unos bajos niveles indican una persona que sabe enfrentarse a situaciones difíciles, con una elevada inteligencia emocional. Son capaces de gestionar sus emociones y mantener una postura objetiva.

El modelo de los cinco grandes, aunque peca de unos cuantos fallos y críticas, es un modelo muy interesante con unos datos estadísticos que avalan su fiabilidad y por ello uno de los más utilizados en psicología.

Para la realización de cualquier terapia para tratar los Trastornos de la Personalidad es necesario un psicólogo que se haya formado y especializado adecuadamente, ya que las personas con estos trastornos son personas hipersensibles y tienden a evitar situaciones en las que puedan sentirse cuestinadas y rechazadas siendo esto un obstáculo en la adherencia al tratamiento para acudir a un psicólogo.

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